Hoy hemos tenido el privilegio de captar con nuestra cámara a una majestuosa rapaz que se ha acercado a nuestra finca. Por sus características, creemos que podría tratarse de un águila ratonera, aunque admitimos que todavía nos queda mucho por aprender en el fascinante mundo de las aves.

Cada día observamos un aumento en la diversidad de aves que cruzan nuestros cielos y que, en ocasiones, deciden quedarse un rato en este rincón. Los matorrales que hemos dejado crecer con mimo están convirtiéndose en un refugio perfecto para los gorriones. Las lavanderas y los herrerillos ya son visitantes habituales, alegrando nuestras jornadas con sus cantos. Por las noches, el sonido de los alcaravanes nos recuerda que la vida nocturna también tiene su propia belleza, aunque hasta ahora sólo hemos podido escucharlos, no verlos.
Es inevitable preguntarse si este repunte de biodiversidad es fruto directo del esfuerzo por regenerar y cuidar la tierra o, simplemente, de que hemos aprendido a detenernos y observar con más detenimiento todo lo que nos rodea. Probablemente, ambas razones estén entrelazadas. Sea como sea, nos reconforta saber que, poco a poco, esta finca se convierte en un espacio más acogedor para la vida.