Somos una familia más o menos al uso, a la que “nada de lo humano le es ajeno”, repletos de defectos y profundamente ignorantes en muchísimos ámbitos, incluida la agricultura. Lo bueno es que también contamos con nuestra parte virtuosa, y aunque pueda ser visto como locura según quién lo mire, yo creo que somos unos soñadores.
En este mundo y este momento, ¿quién no ha contemplado la existencia humana y se ha cuestionado la relación que tenemos con la naturaleza y la vida que nos rodea? Nosotros soñamos con volver a las raíces. Volver a esa conexión primigenia de éxtasis, asombro y fascinación al contemplar el milagro de la vida y la grandiosidad de la naturaleza. Soñamos con liberarnos de la relación que hoy tenemos con el mundo, de abuso y explotación, y cambiarla por una simbiosis, en la que podamos desarrollarnos y existir, permitiendo y facilitando que otros seres vivos también puedan hacerlo.
El mundo no es blanco ni negro, y sé que mi existencia conlleva inevitablemente la muerte de otras formas de vida, por ejemplo simplemente con coger el coche y viajar 10 minutos acabando con unas pocas de decenas de mosquitos (antes centenas o miles…pero en nuestro mundo con su vida en mengua…ya sabeis). En esa alternancia de destrucción y creación que es la vida, y a sabiendas de que es bastante más fácil destruir, queremos revertir esa tendencia, y crear (o mejor dicho, permitir al mundo crear por nosotros) donde antes se ha destruido. Soñamos con poner nuestro pequeño granito de arena hacia un mundo un poquito mejor. Un mundo en el que comernos una lechuga, después de verla crecer y nutrirse en la tierra, con todos sus elementos mágicos, pero sin venenos, ni la muerte innecesaria, además de perjudicial, de toda esa micro y macro vida de la que tanto dependemos.
Por ello es que empezamos a andar esta fascinante senda…hacia el sueño de que nuestra existencia deje una huella positiva en el planeta, de que el balance total de nuestros actos durante nuestro efímero paso, sea favorable a la vida animal y vegetal. Afortunadamente la tierra está viva y quiere subsistir, así que nos lo pone fácil y quizás simplemente con dejar de agredirla, la vida será protagonista.
En octubre de 2022 hemos comenzado esta andadura, poniendo todos nuestros ahorros (y parte de los del banco) en este campo que esperamos sea el vehículo de nuestro sueño.